Queen & Slim es una película urgente, quizás ahora se note más por los hechos noticiosos de la última semana, pero lo era desde hace un año, cuando se filmó, y hace 30 años también, cuando su directora estaba en pañales.
La trama va así: una pareja de afroamericanos es detenida por la policía, las cosas se alteran, el policía acaba muerto con su propia arma – él disparó primero–, y la primera cita de Queen y Slim se convierte en una pesadilla.

Perseguidos por la policía, la cinta toma forma de road movie cuando los jóvenes (interpretados por Daniel Kaluuya de Get Out y Jodie Turner Smith en su primer protagónico) deben atravesar el país para intentar llegar a Florida y tomar un avión a Cuba, donde esperan estar protegidos.
Cabe destacar que en Cuba vive Assata Shakur, una militante del partido de liberación negra estadounidense, acusada de matar a un policía, que vive en la isla desde al menos 1984, donde tiene asilo político.
Los hilos de Queen & Slim se mueven así entre la realidad y la fantasía. La fantasía es que logren llegar a su destino, la realidad en la que vivimos nos indica que no lo harán.
En su camino hacia la soñada y temida libertad, se encuentran con distintos grupos de negro que responden de diferente forma a sus acciones: los idolatran, los desprecian, les temen, y en la mayoría de los casos los protegen.
En uno de esos encuentros se enteran de que su imagen como los más buscados de Estados Unidos los ha convertido también en una imagen de resistencia, libertad, y justicia, aunque tenga que ser tomada por mano propia. Algo que podrías ver en las noticias hoy mismo.

Melina Matsoukas, cuya obra más conocida hasta el día de hoy es la dirección del video Formation con el cuál Beyoncé le declaró al mundo: soy negra y me interesan los asuntos de los negros, toma una dirección muy original con esta cinta, que por momentos recuerda a un video musical con largas tomas sin diálogo y con música de fondo.
Los colores de la cinta son oscuros, sin por ello ser deprimentes, hay destellos de color en la ropa y otros detalles que destacan la oscura piel de los protagonistas. Todos los elementos coloridos que aparecen son un homenaje a la cultura negra a lo largo de Estados Unidos, sin por ello ser celebratoria.
El guión, escrito por Lena Waithe (a quien quizás recuerden de la serie Master of None), le da la vuelta a la realidad. Mientras que el asesinato de cuerpos negros por parte de policías es la norma en el mundo real, aquí la historia da la vuelta: son dos cuerpos negros los que asesinan a un policía. El temor máximo de cualquier supremacista blanco.
Sin embargo, la fantasía acaba ahí, porque la realidad empieza a correr desde que disparan el gatillo y se dan cuenta de lo que pasó: son dos negros que mataron a un policía.
La película es también, e inevitablemente, una historia de amor. La peor cita de Tinder de la historia es también la semilla de una profunda complicidad en la que ni Queen ni Slim se sueltan nunca. Saben que abandonarse es perder, y que no hay modo de hacerse cómplices del sistema para traicionarse, porque el sistema no perdonaría a ninguno.
Queen & Slim es una película original, dolorosa y necesaria. Se puede ver por todos sus mensajes sociales, por toda la reflexión que despierta, y no deja de ser una película entretenida, épica incluso, como bien lo anuncian los créditos iniciales.
Y para quien la vea, sus nombres, míticos ya, quedan grabados y serán recordados, cumpliendo una meta que a sus contrapartes reales (todos los negros que se enfrentan a las balas de la policía), les es tantas veces negado.