
“Esta es una historia sobre control, mi control, control de lo que digo, control de lo que hago. Y esta vez, lo voy a hacer a mi manera”. Con estas palabras, que se empiezan a escuchar cuando aún se observan en pantalla los logos de las compañías productoras, empieza Hustlers.
En realidad es una canción que está a punto de empezar a bailar una stripper, a la que veremos cuando Destiny (Constance Wu) nuestra protagonista camine del backstage al escenario. Estamos conociendo este mundo al mismo tiempo que ella.
Cuando se enfrenta al espectacular baile y el espectacular trasero de Ramona (Jennifer López demostrando que es una tremenda actriz), está fascinada y nosotros también. Aunque no es la protagonista ella es la verdadera estrella, de la película y del club.
En menos de 10 minutos, Lorene Scafaria, directora y guionista, atrapa a la audiencia con un par de bailes, una cámara rápida y certera, y un mundo desagradable habitado por mujeres fascinantes que intentan jugar el juego en un mundo que les dio cartas perdedoras.

Para el minuto 11 te das cuenta de que esta historia se la está contando a alguien más, a una periodista. El guión, de hecho, está basado en un artículo periodístico viral de Jessica Pressler publicado en New York Magazine, acerca de un grupo de strippers que se dedicaron a drogar y estafar a hombres de Wall Street después de la crisis financiera de 2008.
He leído en muchas reseñas, tuits y comentarios de Letterboxd que Hustlers es como Goodfellas ‘para mujeres’. Qué dañino ese apellido, y ese nombre también.
Cuando un director hombre utiliza técnicas de Martin Scorsese, y reconozcámoslo, muchísimos lo hacen, sobre todo en películas sobre el crimen (cof, cof, te estoy viendo a ti Tarantino), no se les hace eso. Nadie les dice: la Goodfellas de estos o de aquellos. ¿Se imaginan Goodfellas para niños? Eso sí que lo vería emocionada.
Sí, Hustlers cuenta una historia de criminales. Pero las razones por las que estas mujeres se vuelven criminales, y el fin de la época de crimen son tan diferentes que me asombra la comparación.
A pesar de encontrarse en un ambiente patriarcal y desagradable, Scafaria logra mostrar a estas mujeres siendo sexys, sin degradarlas. Además, captura breves momentos de amistad femenina. Casi al principio de la película, Jennifer López y la carismática Cardi B le dan una clase de striptease a Destiny, mientras suena música clásica de fondo. El espacio es patriarcal pero ellas logran un ambiente de sororidad y se apoyan como pueden. La profesión de stripper no se demoniza en ningún momento.

La cinematografía y el uso de la música hacen de esta cinta una experiencia frenética, con unas cuantas pausas para descansar antes del siguiente rush emocional que implica acompañar a Destiny y Ramona. El cast, completado por Lily Reinhart, Keke Palmer, y Julia Stiles tiene mucha química, nos divertimos cuando ellas se divierten y a veces también cuando se estresan.
Los problemas llegan con la crisis económica de 2008, que deja a muchos hombres de Wall Street en la ruina y a todos los negocios que dependían de ese dinero también. Lo que ocurre no es un misterio, llevan a cabo un plan y todo sale bien hasta empieza a salir mal, como siempre pasa con los criminales menos poderosos. Pero aquí la debacle que duele no es el fin de un crimen que parecía perfecto (ninguno lo es), sino lo que sucede con las relaciones que se habían forjado.
Confieso que el final me conmovió más de lo que esperaba de una película gringa, de criminales strippers. Pero ahí estaba, pensando en mis amigas viejas y nuevas y en las cosas que haría por ellas y que sé que ellas harían por mí.
