Mujercitas, Mujercitas, Mujercitas. No puedo ni empezar esta reseña sin que me den ganas de llorar. Pero voy a intentar que no noten en este texto las lágrimas que caen sobre el teclado.
Confieso que, la primera vez que vi la versión 2019 de esta novela, me confundí un poco. Greta Gerwig, directora y guionista, hace algo que no se había hecho hasta ahora -se trata de las cuarta adaptación fílmica de la novela de Louisa May Alcott-. Te arroja en el justo medio de la historia, cuando las hermanas March son ya jóvenes adultas, y con esa decisión dice: crees que conoces esta historia, pero ven y te explico lo que no habías visto.
La novela de 1868 cuenta la historia de las hermanas March: Meg, Jo, Beth y Amy. En medio de la guerra civil en Estados Unidos, las chicas pasan su infancia/adolescencia ayudando a su madre mientras su padre pelea en el sur. Las hermanas crecen, juegan, se enamoran, se casan, y una de ellas (spoiler de más de 150 años) muere. Alcott cuenta estas aventuras de modo cronológico, por lo que las conoces de niñas y las ves -lees- crecer.
En las previas adaptaciones fílmicas (1918-silente-, 1933 -con Katherine Hepburn-, 1949 -con Elizabeth Taylor- y 1994 -Winona Ryder y Christian Bale-), se sigue la misma línea cronológica narrativa, lo cual había logrado que se llegara a verdades semi absolutas entre las fanáticas: Amy es la peor hermana, Beth es aburrida, Jo es lo máximo y el mejor pretendiente es Laurie, nunca el doctor Bhaer.
Al arrojarnos en medio de la historia, cuando Jo (Saoirse Ronan) ya escribe por dinero, Amy (Florence Pugh) está en París, Meg (Emma Watson) casada y Beth (Eliza Scanlen) enferma, Gerwig logra que todas estas ideas preconcebidas cambien. A través de saltos temporales, y un inteligente uso de la luz con los tonos grises y azules para la vida adulta y un cálido dorado bañando los recuerdos de la infancia, la percepción de quiénes son las hermanas March se vuelve más compleja y gentil.
El cambio más fuerte es el personaje de Amy, interpretada con mucha gracia por la maravillosa actriz inglesa (por cierto, en esta adaptación de una de las grandes novelas estadounidense, ninguna de las protagonistas es estadounidense). Sus acciones de la infancia se ven como eso, acciones de la infancia, y no como determinantes de la personalidad de la mujer fuerte, inteligente y agraciada que nos presenta Gerwig en París al inicio de la película. El único ‘pero’ que tengo es que Pugh, de 24 años, luce bastante ridícula en las escenas de la infancia, tomando en cuenta que Amy tiene 12 años y ningún fleco falso va a lograr que esa mujer parezca una niña. Aún así, tiene una de las escenas que más me hicieron reír en la película precisamente durante su infancia.
Su historia de amor también se vuelve mucho más aceptable que en la narración cronológica, porque la ves por primera vez ya adulta y madura, con Laurie. De hecho, conoces a Laurie por ella, no por Jo, y el fuerte deseo de que termine con la hermana escritora se hace a un lado al ver a Pugh y Timothée Chalamet conversando en París. Laurie, a mi parecer, también pierde importancia y eso me encanta, por eso no hablo mucho más de él (pero les dejo una foto, porque soy débil de mi amor por Chalamet).

La historia de amor central en esta versión es la de Jo y su libro, que es, por supuesto, Mujercitas, que es a su vez una carta de amor a sus hermanas. Si la novela de Alcott ya es semi autobiográfica, Gerwig va un paso más lejos y mezcla totalmente al personaje de Jo con su autora, incluyendo la negociación de las regalías del libro y dejando una duda, una hermosa duda al final de la película.
Cuando Alcott llevó su libro a un editor, este le dijo que lo publicaría siempre y cuando la protagonista se casara, como una buena mujer de su época, y por supuesto, el pretendiente ideal era el vecino millonario, Laurie. Como un acto de rebeldía, Alcott casó a su Jo con un extraño que aparece en la segunda parte de la novela, el alemán Bhaer (en esta versión, el francés Louis Garrel) y no con el perfecto Laurie, manteniendo su amistad como algo platónico.
Al final de la película, Gerwig entremezcla la conversación en la que el editor le pide lo mismo a Jo, con la declaración de amor entre Jo y Bhaer. ¿Estamos viendo lo que Jo escribió, o en verdad se enamora del alemán? Eso queda en la imaginación de cada espectador. Para mí, se trata de un guiño maravilloso y el momento que más disfruté de la cinta.
La cinta es, más allá de la historia, bellísima. Cada escena es como una pintura, la música (que escucho mientras escribo este texto) captura perfectamente la emoción de la infancia con la melancolía de la adultez, las actuaciones -también participan Meryl Streep, Laura Dern y Bob Odenkirk- son perfectas, todo el mundo hace muy bien su parte.
Y el guión, tengo que volver al guión porque está lleno de calidez, de amor, de chistes, y hasta de momentos feministas que no chocan con la época en la que se desarrolla la historia.
¿Hacía falta una nueva adaptación de Mujercitas? No. Y sin embargo, qué maravilla que exista.
