En mi texto anterior sobre la cuarentena (si no lo han leído está acá), prometí contarles cuándo se volvió a volver real la crisis del covid19 -porque primero fue real en Francia, y luego en México). Fue unas dos semanas después de haber aterrizado en casa de mis padres, justo cuando se acababa mi confinamiento autoimpuesto.
El subsecretario de salud anunció con mucha preocupación en el rostro la fase 2 de la pandemia y, nos pidió, casi que imploró, con mucha seriedad: ‘Quédate en casa’. Lo repitió tres veces. Esa noche tuve un ataque de ansiedad.
Pero esa noche está muy lejana, tengo ataques de ansiedad cada vez que voy al supermercado o que tengo que salir a la calle y, honestamente, hoy no tengo ganas de hablar de esos miedos, pero sí tenía ganas de escribir aquí y no dejárselo todo a mis libretas.
Todas las mañanas, al despertar, me acuerdo de mis sueños. Solo si despierto de golpe, con un despertador o algún ruido fuerte, el sueño se escapa por detrás de las almohadas, se desliza hacia el piso y con cuidado sube a la ventana y se lanza al vacío, quedando por siempre en el olvido.
Los demás sueños, todos los que sí alcanzo a retener por las mañanas, los escribo. Con los ojos apenas abiertos (a veces hasta cerrados), tomo la libreta y la pluma que están junto a mi cama y escribo, a veces sólo recuerdo dos líneas, a veces párrafos enteros de anécdotas oníricas. Esto lo hago desde hace mucho, de hecho, voy en mi segunda libreta, pero, he notado que en cuarentena cambian mis sueños.
En todos ellos, por ejemplo, estoy fuera de la casa en la que estoy encerrada 24 horas al día. Igual que pasa con el celular, nunca sueño con esta casa a la que tanto anhelaba cuando me encontraba lejos. Por el contrario, sueño que estoy en ciudades conocidas y desconocidas, de viaje sola, con mis amigos, con mis padres, con algún novio imaginario y hasta las sobrinas de un ex.
Recuerdo mucho que viajé a un pueblo llamado Cacique con mis padres, que estaba en la costa de Veracruz y en cuyo hotel vendían telas traídas desde Eslovenia. También me tocó huir de un huracán con mis amigas en la rivera francesa. Más de una vez he estado en un jacuzzi frente al mar, sola o acompañada por extraños.
Me doy cuenta de que mis sueños se han convertido en mis viajes, en lo original dentro de la monotonía de los días. Son el escape, y ansío que llegue la noche y quedarme dormida, pero sobre todo ansío despertar y recordar. Cuando un sueño se va por la ventana, me pongo triste. Pero siempre me alegra recordar algún paseo por un lugar que mi mente inventó, porque es lo que hay.
Hice este blog queriendo escribir de cine, de viajes y explorar mis ideas y mi pluma. No todos los viajes requieren tomar un avión y en mi caso, tengo la suerte de recordar mis sueños, de no padecer insomnio y de no tener pesadillas (cuando huyo de huracanes no me da miedo, es una aventura).
¿Cómo más viajar en el encierro? A mí me está gustando mucho cocinar e intento hacer recetas de lugares de los que amo la comida, incluso la mexicana que sí me conocen saben que no es la que se hace en mi casa. Entonces sigo a gente en Instagram que comparte recetas y las preparo, o le pido consejo a mis amiguis o veo recetas en mi canal favorito de YouTube Bon Appétit.
Ya he preparado tortitas griegas, diversas pastas italianas, enfrijoladas y chilaquiles (desde cero, son mi mayor orgullo), pollos rostizados, postres horneados muy gringos, y obvio el café dalgona que se origina en Corea y fue una de las primeras sensaciones virales de la cuarentena.
También he tenido la suerte de poder conversar con mucha regularidad con amistades de varios países (amistades que incluso no conozco en persona), y hasta participar en actividades presenciales de lugares en los que viví alguna vez porque ahora todo es en línea.
Quisiera planear mis viajes futuros, pero eso es algo que sí me resulta doloroso… O
O mejor dicho, me genera ansiedad. Así que sigo buscando nuevas formas de viajar.
¿Ustedes cómo lo hacen? Si quieren contarme, saben dónde pueden encontrarme (también les comparto mis recetas jeje). Besitos con Susana Distancia.